domingo, 4 de noviembre de 2012

Horcajo de las Torres

Horcajo de las Torres.
  Parece claro el origen de este topónimo partiendo de la grafía medieval "Forcaio": derivaría del término latino "furcacula" que significa "intersección entre dos ríos". El apellido "de las Torres" se recoge ya en el Catastro de Ensenada. Un emplazamiento geográfico de este tipo se da al Noroeste de la localidad, al desembocar el arroyo Regamón en el río Trabancos. Entre los restos más antiguos se han hallado en el término diferentes evidencias de ocupación celta, romana y tardorromana mostrando una continuidad de poblamiento más o menos estable sin que por ello se haya de entender fundado el pueblo necesariamente. Tras la recurrente falta de datos durante el dominio musulmán es sabido que Horcajo sufrió especialmente por su emplazamiento fronterizo durante las luchas que enfrentaron a los reinos de Castilla y León durante la segunda mitad del S.XII y en el primer tercio del siguiente. De hecho, hacio 1.207 fue saqueado junto con Rasueros y Cantaracillo por las tropas de los concejos de Alba y Salvatierra capitaneadas por el salmantino Fernán Fernández. A este periodo convulso debe pertenecer la torre del despoblado de Yecla construida a base de cajones de mampuesto encintados en ladrillo.


Restos de la Torre de Yecla, en el término municipal de Horcajo.

  Horcajo perteneció al Tercio de Madrigal, siendo ya en el S.XVIII una población mediana y situándose allí un almacén de productos agrícolas perteneciente al obispado. En este siglo contaba con 120 vecinos repartidos en ciento cuarenta casas. A esto se sumaban tres mesones, dos molinos, una taberna y una carnicería; ya no había hospital por encontrarse totalmente arruinado.

 Arquitectura popular.




Iglesia de San Julián y Santa Basilisa.
  Iglesia de San Julián y Santa Basilisa.
  El documento más antiguo que se conoce hasta hoy es el acta que recoge la presencia del obispo de Ávila en San Juan y Santa Basilisa en 1.250 para consagrarla como basílica. Es hecho del que no se conoce parangón en la comarca, poniendo de manifiesto la relevancia del primer templo de Horcajo.
  La iglesia de los Santos Julián y Basilisa sufrió numerosos avatares que la llevaron a una ruina casi total de la que no se salvó la torre campanario. La buena traza de esta estructura la conocemos por algunas fotografías conservadas. El resultado de los avatares que ha sufrido el templo es un edificio de considerables dimensiones, de planta basilical con cabecera trapezoidal y crucero que no se marca en planta pero si en alzado, al que se adosa un cuerpo de tres naves de anchura decreciente hacia los pies y torre casi enfilada.  La estructura de la iglesia fecha principalmente en el S.XVI aunque en el S.XVIII se construyó la cabecera y se ensanchó la nave situada más hacia el Norte. Partiendo del lamentable estado que presentaba el edificio, se llevó a cabo una restauración que fue abarcando tanto elementos arquitectónicos como artísticos. Adosado a los restos de la antigua torre, se construyó otro campanario en ladrillo liso, sin ninguna decoración. Se aprecia a simple vista la fábrica original formada por cajas de mampostería alternadas con verdugadas de ladrillo. En el interior, el coro se ha sustituido por una moderna estructura de metal y, además, se han añadido algunos ventanales.




La torre trataba de la parte más antigua del templo junto con los restos de un pórtico cegado cuyo espacio fue incluido en la nave septentrional, todo ello fechable en el S.XII. En este paramento encontramos el acceso que lo conforma un arco apuntado de tres roscas, de mayor anchura la interior, a las que se sobrepone un friso de esquinillas y parece que estuvo recuadrado. Hacia el Este tres arcos menores y cuatro más a poniente, todos en recuadros y sobre ellos frisos de ladrillos a sardinel y uno a facetas. Sólo hallamos algo semejante en la iglesia de Narros del Castillo pero allí los arcos sobresalen más del fondo además de entrecruzarse entre ellos. Como ha señalado Gutierrez Robledo es uno de los pocos pórticos conservados de esta cronología  y factura en la provincia -muy frecuentes son en tierras de Cuéllar- junto a los de San Estéban de Zapardiel, Orbita y El Salvador de Arévalo. Este es el único del grupo dispuesto al Norte, probablemente para abrirse a la zona principal de la localidad y por el desnivel del costado opuesto.


Interior, naves.
Arquerías en recuadros.
Portada con triple
arquivolta.

Nave central cubierta
por la armadura.
  La estructura interna se distribuye en tres naves separadas por arcos de medio punto. La central cuenta con una de las joyas artísticas de la iglesia al encontrarse cubierta por un preciosos artesonado de finales del S.XVI. Aunque la estructura de éste es medieval, algunos de los motivos decorativos están más cercanos al Renacimiento como sucede con las hojas de acanto. Se trata de una pieza ochavada de par y nudillo con veintidós tirantes apoyados en ménsulas que recorren de lado a lado la nave y está ajustada a la planta rectangular por medio de cuadrantes. Presenta decoración en el almizate de lazo ataujerado de diez del que penden piñas de mocárabes; igualmente los cuadrantes presentan lazo de ocho y piñas pinjantes. Los faldones presentan labor de menado y estrellas de seis puntas. Este artesonado fue restaurado en 1.989 con gran esmero teniendo en cuenta que muchos fragmentos del mismo habían desaparecido. Tiene unas dimensiones totales de 28.30 x 10 metros.



Armadura ochavada de par y nudillo.

  Pero no es la única obra artística de entidad que encontramos en el templo. El retablo Mayor es del mediados del S.XVIII con tres calles y dos cuerpos en la calle central. Está presidido por un Cristo anterior al resto del conjunto y, por encima de éste, se sitúa una talla de la Virgen del Pópulo en piedra policromada atribuida a Juan Rodríguez. En los laterales, se disponen las imágenes de los santos patrones de la iglesia, San Julián con palma y punta de flecha y Santa Basilisa. Con datación semejante al anterior hay otros dos retablos repartidos por las naves laterales. Uno de ellos está dedicado a Nuestra Señora de la Portería, una virgen cuyo culto iniciado en Ávila se extendió rápidamente llegando incluso hasta Iberoamérica.

Retablo Mayor.

Retablo lateral.
Retablo lateral.
Retablo lateral.

  Una de las piezas más valiosas es un altar situado en la nave meridional, realizado en yeso en el que se funden el lenguaje mudéjar y renaciente, y que ha sido restaurado en 1.998 recuperándose la policromía y parte de las piezas que se habían perdido. Está formado por un arco entre pilastras y aparece rematado pcon un frontón repitiendo tipologías propias de los retablos del Renacimiento, una estructura que puede fecharse en la primera mitad del S.XVI. Sin embargo vemos cómo en el intradós se incorporan temas de lacería con rica policromía de rojos y azules, de tal forma que las líneas destacan sobre el blanco. En el centro se representa la escena del Calvario y en el frontón una Piedad. El friso aparece decorado por los símbolos de la Pasión. El valor de este retablo radica tanto por la calidad de la obra en sí misma como por el hecho de ser uno de los pocos ejemplos de altares y retablos en yesería que han llegado hasta nosotros.

Retablo de yeso con escena del Calvario y la Piedad.
Lacerías con policromía roja y azul.






















Textos: María Isabel López Fernández en "La arquitectura mudéjar en Ávila" ; Raimundo Moreno en "Memoria mudéjar en La Moraña" ; Jorge Díaz de la Torre en "Un reino de ladrillo y adobe".

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